Reseña: aquél que mata a otro para defenderse a sí mismo o a un tercero actúa en legítima defensa. A simple vista parece sencillo evaluar cuándo esta figura cobija la conducta de una persona y cuándo no lo hace. Pero, como en todo, hay situaciones grises, difusas, hay casos en los que la configuración de la legítima defensa no se establece en el primer nivel de análisis, sino después de un examen profundo de las circunstancias concretas en las que tienen lugar los hechos. Este es el caso de las mujeres tiranizadas que matan a sus parejas-agresoras en situaciones donde no hay confrontación. Por un lado, ellas cometen un acto típico de matar que, dependiendo de las diferentes regulaciones penales de los países, va a encajar dentro del tipo penal de homicidio agravado, asesinato, parricidio etc. Además de lo anterior, por la situación en la que se encuentra el agresor en el momento de su muerte (dormido, borracho, desprevenido), se dice que concurre la alevosía, lo que va a influir en la calificación de la conducta punible de la mujer y, como es evidente, en la pena que se le va a imponer. Pero por el otro lado, la actuación de estas mujeres se enmarca en un contexto de violencia reiterada en su contra y está dirigida a defenderse a sí mismas. Y en este punto hilamos con el problema objeto del presente trabajo: por más que la acción de la mujer es un acto claro de defensa, el supuesto de hecho parece difícil de encajar dentro de la eximente de responsabilidad penal que, precisamente, permite matar a otro para defenderse: la legítima defensa. En primer lugar se alega que no se está en sede de un ataque actual, porque el agresor está, por ejemplo, dormido. Es decir, porque en el momento en que la mujer ejerce la acción defensiva no hay una confrontación, lo que parece fundamentar una idea, a nuestro juicio errada, de que no puede haber agresiones sin confrontación. Y en segundo lugar, se argumenta que, así la agresión sea actual, la acción defensiva de la mujer no es necesaria porque ésta puede recurrir a otros medios para defenderse (ayuda estatal, ayuda de terceros, irse de su casa). La finalidad principal de este trabajo es poner de manifiesto cómo, haciendo una correcta interpretación de los requisitos de configuración de la legítima defensa, es posible aplicarla a algunos casos de mujeres maltratadas que, en el marco de una situación personal devastadora, matan a sus agresores en momentos donde no hay confrontación. Pero si bien esta es la finalidad última de esta investigación, no es la única. Con este trabajo también pretendemos poner de manifiesto la utilidad de un análisis dogmático correcto para solucionar una problemática social. A través del análisis de la legítima defensa y su posible aplicación en estos casos, se va a evidenciar cómo la dogmática es una herramienta que puede ayudar a disminuir la brecha de desigualdad cuando se la pone al servicio de los colectivos históricamente discriminados. Por último, la presente investigación busca ser una llamada que haga visible la situación de desesperación y desprotección en la que se hallan las mujeres maltratadas, que es el resultado de una desigualdad estructural en la que históricamente se encuentran las mujeres, con respecto a los hombres. Estamos convencidos de que con medidas estatales útiles, pero, sobre todo, con un cambio en la mentalidad colectiva, se pueden evitar situaciones de maltrato y de tiranía que, a su vez, evitarían que las mujeres reaccionaran matando a sus agresores, haciendo innecesaria nuestra teoría. Y esto es precisamente lo que esperamos que suceda con este trabajo: que, gracias a la consciencia que espera generar, se quede obsoleto muy pronto.
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