Reseña: hablar de NODIER AGUDELO BETANCUR es hacer referencia a un ser humano excepcional. Un hombre que, con una generosidad, bondad y entrega infinitas, se ha brindado —y no sólo en Colombia sino en otros países como España, Alemania, Italia, Francia, Panamá, Venezuela, Ecuador y México— a sus miles de alumnos, a los servidores de la Administración de justicia, a los cultores del derecho penal y, por supuesto, antes que nada, a su familia a la que siempre ha rodeado y apoyado con mucho cariño. Un hombre bueno, honesto, luchador, siempre optimista en medio de las dificultades de la vida. Un ser que ha pasado por el mundo haciendo el bien, sin odios ni rencores; sin que de su boca se haya escuchado una sola palabra ofensiva contra nadie. Él es un ejemplo de humildad, de perseverancia, de dignidad y de lucha por la verdad.
En el plano político ha sido siempre una persona comprometida con las ideas demoliberales, con las concepciones democráticas; basta mirar su extensa obra académica para darse cuenta de ello. Aquí quiero recordar su esplendoroso prólogo al texto de BECCARIA, ¡por el que cualquier académico serio daría toda su obra!
La vida y la obra del profesor NODIER AGUDELO BETANCUR son, pues, maravillosos ejemplos que las nuevas generaciones de estudiosos del derecho penal deben seguir, sobre todo ahora que la barbarie y el autoritarismo pretenden confiscar hasta los más lejanos pensamientos (Fernando VELÁSQUEZ VELÁSQUEZ). Como prueba de ello baste recordar las palabras del maestro AGUDELO BETANCUR cuando dice que: “El ejercicio profesional me ha servido, no para acumular riqueza, sino para tener una vida decorosa; he tenido éxitos y fracasos: los primeros no me han ufanado, los segundos no me han denigrado; al atardecer, después de los debates, he tendido la mano para dar excusas si me hubiere excedido en el calor de la argumentación: creo en lo que dijo ORTEGA Y GASSET sobre el saludo: la mano se presenta limpia, sin arma, en señal de paz: nunca ha sido en vano, siempre he hallado eco a mi iniciativa. Como profesor, tomé la divisa de SAN PABLO: 'Me gastaré y desgastaré por ustedes': he tratado de dar el máximo, con desprendimiento, sin egoísmo: jirones de mi vida han quedado en los tableros de clase: más que profesor, he querido ser maestro, más que instruir, he querido educar: espero haber dado siempre un mensaje de fe en la humanidad y en el principio fundamental de la existencia, la libertad; mi mensaje es kantiano: sobre nosotros, sólo el cielo tachonado de estrellas y en nosotros la conciencia del deber, como esencia de lo humano; mi mensaje es de piedad reflexiva y de amor”.
|